Un relámpago atravesó a Jim mientras que los indios Joux indicaron a sus amigos que regraran a Cotand Land. Ellos acamparían en tiendas y se esperarían a que parase la tormenta.
Los forajidos salieron a fuera y arrastraron a Jim cortando las cuerdas que lo ataban al palo de madera con un cuchillo.
-¡Te lo dije! - gritó uno de ellos - ¡No puede morir. Ayúdame a meterlo dentro de la cabaña!.
Entre los dos forajidos lo metieron y lo tumbaron en una cama de hierro.
-Dale agua - ordenó uno de ellos - A ver si vuelve en sí. Sino, cógete uno de los caballos y secuestra al médico del condado.
Como Jim no se recuperó uno de los forajidos ensilló su caballo y emprendió la captura del facultativo a galope, a pesar de la tormenta.
- ¡Date prisa. No puede morir! - volvió a gritar el forajido.
- ¡Jia, Jia! - Gritaba a su caballo mientras lo atizaba con sus espuelas.
(Continuará...)
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