domingo, 9 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Cinco jinetes a galope entraron en el cementerio con sendos rifles y secuestraron a Jim. Nadie tenía pistolas ni rifles por ser un día tan especial.

Jhon terminó rápidamente el sepelio y se dirigió al pueblo al despacho del sheriff:
- Cógete todos tus hombres y las tres diligencias del estado de Tromb – dijo John – Han secuestrado a Jim. Vamos al banco de Tito Robbins a hablar con él. No quiero muertos ni heridos, mi amigo está en peligro. Vamos hacer negocios con él...
-  Está en el banco desde primera hora. Mejor ir a su casa, de Miratox Twoun. La sirvienta a las diez sale siempre hacer la compra en el mercadillo. Hemos estudiado los planos del territorio minuciosamente. Se  puede entrar rodeando el riachuelo. Espérame con tu caballo en el descampado.

A las nueve se encontró el sheriff con John. Había sustituido las tres diligencias por la tribu de indios Joux que eran expertos en trepar las verjas, no eran demasiado altas y quería llevarse documentos de Ttio Robbins para investigar y pillarlo en algún chantaje o algo turbio para presionarlo.


A Jim le habían llevado a una caballa muy lejos y lo habían amarrado a un gran palo de madera.
-  Te soltaremos cuando firmes los papeles de venta de tus tierras – dijo un hombre que cubría su cara con un pañuelo rojo.
-  ¡Moriré! ¡No venderé jamás! – dijo Jim gritando desconsoladamente.
-  Dale agua y comida... que no se muera. Sin las firmas no hay nada que hacer – gritó el secuestrador.
- ¡Descúbrete el rostro, cobarde! ¡Quiero verte la cara!– volvió a gritar Jim.

El secuestrador le escupió en la cara – vas a comer ahora. Nosotros recibimos órdenes, hacemos nuestro trabajo. Firma hijo, es por tu bien. No queremos hacerte daño.
-  ¡No firmaré jamás y no voy a probar bocado! ¡Soltadme y dejarme ir, insensatos. ¡Mis amigos vendrán a buscarme! – exclamó.

Un relámpago marcó el empiece de una gran tormenta. Los forajidos dejaron a Jim atado mientras diluviaba...


(Continuará...)

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