lunes, 7 de octubre de 2013

CONTINUACIÓN Y FINAL

Apodous, el Gran Dios, era el único que tenía poderes. Neutralizó a todos los demonios y liquidó a los unicornios. Miles y miles caían a la tierra sin poder en sus alas y entraban en un profundo sueño. Los diablos iban detrás de ellos y se esfumaban cual seres invisibles y se eliminaban para siempre.

Una vez, todos los los seres malignos, habían sido neutralizados y evaporados bajó Apodous a la tierra, volando descendentemente en espiral, dando vueltas en la dirección de las agujas del reloj. Hizo un conjuro para despertar de la muerte a su enviado del purgatorio, Perterece.
- "Os invoco, fuerza de las estrellas
para que devolváis la vida a Perterece, guardián de mi puerta
más con la energía de la Luna, que tú, Tastero, bien te estallas
y que tu mal se disuelva para siempre. Ésta fue siempre mi gran meta.
Que los cien guerreros indios utilicen todos dos flechas como metrallas
y que la fuerza de las aguas de esta lluvia me traigan sin protesta
a los dueños del banco y al indio Jim, con este conjuro venceré estas malditas batallas"

Los cien indios cogieron su arco, lo apuntaron hacía el cielo y todos, lanzaron con gran fuerza dos flechas, las cuales dibujaron un gran círculo de doscientos arcos y las estrellas lo hacían rotar y girar con gran virulencia. La energía lunar lo iluminaba. Dos ángeles bajaron a tocar una preciosa melodía con su arca. El motivo era que Tastero había sido anulado para siempre y habían desaparecido los dos infiernos y las cárceles de los mismos, donde tenían secuestradas a las ánimas del purgatorio. Todos los espíritus volaban libres hacía la línea de los cielos.

Tito Robbins, el Sr. Smith y Jim aparecieron en cuerpo astral y Apodous, comenzó otro poderoso conjuro:
- "Dueños del banco, sucios negociantes
daréis todo el dinero robado al dueño de la petrolera sin más
y no volveréis a estafar ni a delinquir jamás
las tierras al indio Jim devolveréis, astutos magnates.
Yo os daré poder para que vuestro tren vaya volando por las ramas,
de los árboles de las montañas, catorce almas llevarán a los viajantes
hasta el raíl que el tren pueda ir por tierra, lo imploro, por Yakamás".

El banco tuvo que devolver una fortuna a Diego Formant y Tomias Davelop, el comisario de la Gran Ciudad, arrestó a Tito Robbins cinco años, pero el condado le perdonó la condena a cambio de trabajos en los pueblos. Tenía que limpiar las letrinas de los baños públicos y servir, como camarero, las mesas de los saloons de Cotand Land y otros localidades de la comarca.

Enseguida, se puso en funcionamiento el tren y Jim pudo mantener su negocio de lonas y de jeans. Regaló uno a cada indio y a cada espíritu, éstos volaban por las esferas para hacer publicidad de ellos, pero se quejaban continuamente:
- Jim, el pantalón se me cae en cuanto levanto el vuelo - protestaba cada una de las ánimas - me quedo en ropa interior por los cielos. ¡Qué vergüenza paso! y luego, ponte tú a buscar los jeans por las siete esferas. Por favor, crea algo que me sujete el pantalón.

Y así es como se inventaron los tirantes de los pantalones vaqueros.

(Fin.)

¡Espero que os haya gustado! Muchas gracias por vuestra lectura. (La semana que viene empiezo otro relato corto.)

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