domingo, 20 de octubre de 2013

CONTINUACIÓN

Linda, la niñera, avisó corriendo a nuestro chófer Matias y yo subí rauda y veloz la escalera a decírselo a mi hermana Marie, bajamos corriendo a la planta baja. El que portaba tal desagradable noticia era el comisario jefe del pueblo, mi padre estaba malherido en el hospital y estaban sofocando el fuego los bomberos.

Mi hermana y yo éramos huérfanas de madre. Nos sentaron en el sofá del salón. Rezábamos a Dios para que mi padre no se fuera con mamá mientras llorábamos sin cesar. Linda vino a consolarnos, nos había criado y visto crecer desde pequeñas. Era nuestra amiga, ay, mi querida Linda... ¡cuánto te echo de menos!, mientras leo este diario, te recuerdo tanto. Entre línea y línea, me paro a recordar estas vivencias . Llenas de luces y de sombras, llenas de alegrías y de tristezas, de cantos y de sollozos, de risas y de lágrimas... Me pongo a revivir... ¡Cuántas personas he dejado atrás y cuántas he perdido, que ya no están a mi lado!, me pongo a recordar y lamento tanto su pérdida y me alegro de su vivencia en el pasado. Me alegra volver a ver sus imágenes, me hacen ser muy feliz. Entre línea y línea, me detengo e intento volver a vivir esos pasajes de mi existencia.

Estábamos ya en el hospital agarrando la mano de mi padre, estaba agonizando. Temía mucho su muerte y vino aquel chico tan guapo, era el enfermero del hospital.
-Tiempo de visita acabado, chicas - nos dijo con su tenue voz - mañana más.
Era el muchacho más guapo que había visto.

(Continuará...)


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