Capítulo 1
A
menudo suelo mirar
mi álbum de
fotos. Ojeo sus
páginas recordando momentos,
buenos y malos.
Imágenes inolvidables que
pasean velozmente por
mi mente. Tan
rápidas que hasta
yo misma me
asusto, pero hay
una en concreto
que se detiene.
Es ese chico ...
¿cómo se llamaba? ...
Era alto y
fuerte. Cada vez
que recuerdo sus
ojos, como me
miraba, me siento
viva. Todos mis
nietos corretean alrededor
de mi sillón.
Pienso que he
sido feliz, que,
quizás, no me
merezca todo lo
que tengo.
Al
repasar mi vida,
siempre intento recordar
esa etapa en
la que vivía
en la pradera
con mi hermana
en una casa con grandes
terrenos donde correr.
Además, escribo un
diario en el que anoto
todas mis vivencias
desde que mi
padre me lo regaló cuando
cumplí ocho años.
Me gusta leerlo
al acostarme.
Cada
vez que llego
a la mitad
donde, habla de
mi adolescencia, me
detengo y empiezo
a recordar ...
Era
una maravillosa mañana
de Abril. El
sol brillaba con
fuerza. Marie, mi
hermana, y yo
solíamos sentarnos en
la colina. Nos
gustaba que nos
diera el viento
en la cara
y que éste
moldease nuestro pelo.
A
diario venía la Srta. Jeny
a darnos clases
particulares. Mi padre
quiso que fuera
así. En el
colegio del pueblo
había chicos que
tenían su antipatía.
Nos enseñaba lengua,
matemáticas y geografía.
Nos
sentábamos las tres
en la mesa
del porche. Ella
era muy seca
y no nos
caía muy bien.
Mi
padre era el
abogado del pueblo y
tenía un pequeño despacho donde acudían muchas personas a solicitar sus
servicios. Llegaba todos los días a partir de las ocho de la tarde con un montón
de papeles de sus clientes.
Un lunes a primera hora de la mañana, sonó estrepitosamente el timbre de la puerta.
Salió corriendo Linda, la niñera que teníamos, a ver qué pasaba. Se había
propagado un incendio en el centro del pueblo.
(Continuará...)
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