domingo, 26 de enero de 2014

CONTINUACIÓN

Hemos terminado la celebración a las tantas de la noche, bien entrada la madrugada. Mis nietos están ya acostados desde hace bastante. Nos despedimos de nuestros visitantes y nos vamos todos a dormir, mis tres hijos, mi marido Alfred y yo. Son casi las cinco de la mañana. Tengo todos los huesos de mi cuerpo machacados de tanto bailar con todos mis seres queridos y, sobre todo, con los pequeños de la casa. Cada vez que vienen vuelve la alegría y se va la monotonía.

Nos hemos puesto todos los despertadores sincronizados para que suenen al unisono a las once de la mañana y preparar la comida del Año Nuevo. Esta vez lo celebraremos sólo la familia sin nuestros amigos. Tomando las uvas he pedido mis deseos para este año. Que mi marido me dure mucho más, que mis hijos y nietos sean felices y poder publicar mi libro autobiográfico como me había propuesto mi hijo mediano Daniel.

No había cogido aún bien el sueño cuando han empezado a pitar las alarmas de todos los relojes. Me costó mucho levantarme. Yo ya soy anciana y no estoy para estos trotes y mi esposo tampoco, se lo noto en la mirada, ya muy cansada y castigada por tantas horas de trabajo.

Bajamos todos directamente con el pijama y la bata, bueno yo uso camisón desde bien pequeña. No me he hecho aún a las modernidades de que la ropa de cama sea un pantalón, pero mi hija Marisa, lleva uno de esos preciso que se compró en una boutique francesa.

Mi diario lo tengo escondido en mi cestito de revistas para el aseo. Siempre lo tengo en la mesilla y esta vez lo he bajado porque quiero dedicar unos minutos a mis otros seres queridos, que tanto echo de menos.

"-  Srta. Dexton -  gritó nuestra niñera Linda mientas bajaba por el césped  - ¿Qué tal se han portado esta vez?
-  Fenomenal, son unas niñas muy buenas - contestó muy cariñosamente la Srta. Dexton - Por cierto, ¿cómo se encuentro el Sr. Doman?
-  Mejora favorablemente -  contestó la niñera esbozando una leve sonrisa  - lentamente se va restableciendo y recuperándose de las heridas y lesiones del incendio.

En nuestra cara se pintó una gran sonrisa también, pronto tendríamos a papá otra vez en casa con nosotras. El ramo de flores se lo dí a la Srta. Dexton para no levantar sospechas de mis encuentros amorosos con Daniel Simith y ella dijo muy jovial:

- Linda, mire. He comprado este ramo de flores en la floristería para que las niñas las metan en jarrones y los pongan en sus habitaciones. Pueden repartirselo."

En la vuelta de la hoja de mi diario está la rosa seca prensada que he guardado todos estos años. La cojo con mucho cuidado entre mis dedos, la huelo y recuerdo el aroma de antaño.

(Continuará....)

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