lunes, 21 de abril de 2014

CONTINUACIÓN

Nos persignamos y nos ponemos mi hija Marisa y yo nuestras gafas de sol para que nadie presienta que hemos estado llorando amargamente en el cementerio, ante la lápida de mi querida Marie. Me doy la vuelta y miro a los ojos a mi amada hija y la comento:

- Me gustaría ir a la tumba de la Srta. Jeny, después de visitar la de Linda.

- ¿Quién es esa tal Jeny? - me preguntó Marisa.

- Ella fue mi profesora en mi juventud - respondí yo - con el paso de los años, he comprendido que fue mi amiga y no mi enemiga. Cuando Maire y yo eramos niñas, no la teníamos mucho aprecio. La odiábamos.

- Hay que comprar más rosas entonces para esa lápida - me sugirió mi hija.

Nos paramos en la tienda de flores y demás enseres para tumbas. Nos llama mucho la atención unos marcos con una hoja en blanco donde escribir mensajes para nuestros seres queridos enterrados. He comprado tres para ponerlas mis sentimientos.

Llegamos a donde reposa Linda. Escribo para dejar el marco:

"Tú fuiste la que me crió, una auténtica madre para mí. Nunca olvidaré los largos paseos que dábamos las tres por las praderas con nuestras sombrillas y sobre todo, nuestras charlas de consejera... Eras mi baúl de los secretos de mi corazón".

Hemos dejado dos ramos de rosas en su lápida, al lado del escrito. Rezamos varios minutos por el alma de mi querida amiga. Compañera de la vida de mi niñez y juventud. Descansa en paz, amada Linda. Nos dirigimos ahora hacia donde está enterrada la Srta. Jeny, nuestra maestra de cuando eramos pequeñas.

En su mensaje para apoyar en su blanco lecho, anoto lo siguiente:

"Te pido perdón, querida Jeny, por haberte odiado tantos años por quitarme horas de estar con Daniel Simith. Me he dado cuenta que gracias a tu esmero, preocupación y gran esfuerzo, sé bastantes conceptos, tengo cultura y me has enseñado lo más importante, a respetar y a saber pedir que me valoren. Principios modernos, enseñados por una gran persona".

Introduzco lo que acabo de escribir en el interior del cristal y lo pongo suavemente junto a dos ramos de rosas rojas, los mismos que a Linda. Nos dirigimos Marisa y yo por los carriles de piedra que separan los jardines de los nichos, a la tumba de Marie. Sin duda, no me quiero marchar, sin escribir lo que llevo y siento en mi alma y corazón por la ausencia de su querer y la extraña falta de su presencia. Comienzo anotar con mucho cuidado y esmero para que me salga una bonita caligrafía:

"Te añoro tanto, querida hermana. Mi amada Marie, amiga y compañera inseparable de este viaje. Ruta, llena de baches y obstáculos, como el de tu perdida insufrible. Mi bella consejera y aliada. Guardiana del cofrecito de mi corazón.... sin llave, para este oxidado candado, lleno de memoria y sin poder olvidar tu preciosa sonrisa... que Dios te tenga en su reino, cual musa".

Lo dejo con mucho cariño y gimiendo sin consuelo alguno. Nos dirigiros al coche. Mientras andamos, mi hija me coge mi mano acariciándomela y me dice susurrando al oído:

- Este Fin de Semana nos cogeremos el tren y nos iremos a tu antigua casa. Visitaremos las tumbas de la Srta. Dexton y la de Daniel Simith.

(Continuará...)

viernes, 11 de abril de 2014

CONTINUACIÓN

Llegamos todos a casa después de la comida en el restaurante francés. Es ya muy tarde y ha llegado ya la noche. Está todo oscuro. Mi marido Alfred, enciende la luz exterior de la verja. Entramos y acostamos a los niños. Nosotros nos disponemos a tomar sendas tazas de café capuchino con crema. Vamos a pasar una agradable velada, aunque nos iremos a dormir pronto. Mi marido mañana tiene que trabajar y se levantará muy pronto. Alfred segundo, Daniel y sus esposas, aún les quedan unos cuantos días de vacaciones.

He enseñado la nueva habitación de invitados donde dormirá mi hija Marisa hasta que dé a luz. Pasaremos juntas unos maravillosos meses y recuperaremos el tiempo perdido, aquél que vivíamos cuando mis hijos eran pequeños. Volverá la luminosidad y la alegría a mi pequeño gran hogar. Daremos largos paseos por los jardines del parque e iremos de picnic al campo. Dejaré de leer tanto mi diario con mis otros seres queridos, que ya no están presentes en vida, pero sí están vivos en mi pensamiento, corazón y alma.

- ¿Has ido a visitar la tumba de tu hermana Marie y la de Linda? - me preguntó mi hija.

-  Voy una vez al mes a ponerles flores -  la contesté yo -  el cementerio está a una hora y media en coche.

-  Te llevo yo mañana en mi automóvil -  me sugirió Marisa -  así podré visitar a mi querida tía. Hace mucho que no voy.

Pasamos un par de horas muy entrañables, conversando y mostrando el cariño que nos tenemos todos en mi familia. Nos acostamos hasta al día siguiente.

Es una mañana estupenda, trinan los pajaritos y hace una agradable brisa. Hemos desayunado en el porche. Mi hija ha explicado a sus nueras que quiere ir al cementerio sola conmigo. Ellas y mis hijos varones se han ido con todos mis nietos al centro comercial. Van a pasar ahí el día. A las afueras del recinto, hay un pequeño parque de atracciones.

Hemos llegado a la lápida donde reposa mi hermana y he leído el epitafio de la tumba, que honra la memoria de Marie. Es una frase que ella solía decir a menudo, en nuestra juventud:

"No debes de perder la mirada. Más allá del horizonte encontrarás nuevos mundos y otras personas a quienes amar y querer. Más allá del horizonte, encontrarás al alma perdida que el destino te regalará y guarda para tu corazón".

Hemos depositado sobre la tumba, tres ramos de rosas rojas y una foto de la eco grafía del nuevo retoño que espera Marisa. Rezamos para que el alma de mi hermana esté en el cielo protegiéndome y al amparo de mi padre.

(Continuará...)