Cuando llegaron Carlos John y su ayudante eran ya casi las ocho de la mañana. Se fueron directamente a desayunar dos cafés bien cargados con unas tristes magdalenas, casi no quedaban en la bolsa.
Tomás se anudó el nudo de su corbata y leyó en su agenda las notas para hoy. Le comentó a su jefe la cita del negocio sobre los envíos a domicilio. Carlos John lo contestó con tono algo serio:
- Anula la cita. He hecho cálculos y nos va a costar mucho más la gasolina del desplazamiento que las ganancias por cada ejemplar vendido.
- Está bien Sr. Pérez - le dijo su ayudante - Tiene usted razón, ese es el inconveniente de vivir en una zona tan grande y sin casi urbanización.
- No exageres Tomás - lo contestó - en coche se llega a todos sitios.
De improviso, volvió a sonar la entrada de otro SMS, tenía poca batería a pesar de que estuviese ya el móvil más de diez minutos cargándose en la salida de red. Lo leyó el librero de préstamos muy asustado.
- Hola. Soy yo, tu muerte - citaba así el mensaje - conéctate a tu PC y abre el Internet... espera ahí las nuevas instrucciones.
(Continuará...)
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