Carlos John, el bibliotecario, abrió su ordenador personal y se aceleró abrir el icono de Internet. Había una página web predeterminada como página de inicio. Directamente se redireccionó a la web "los lamentos de tu muerte". Leyó muy asustado las entradas de cada una de las pestañas y ventanas.
- Deberás de coger el negocio de envío de libros a domicilio - citaba así una de las instrucciones - la empresa es una fantasma mía, tu muerte. Díselo a tu ayudante y te indicaré dónde está la gasolinera del pueblo abandonado. Te estaré vigilando...
- Oye Tomás - dijo muy nervioso - he cambiado de opinión. Hazme hueco para citarme con el propietario y el gerente de la empresa de envíos a domicilio.
- Vaya hombre - exclamó su ayudante en voz bastante alta - ya tenía citado para esa hora a la otra, ahora voy a tener que anularlo todo.
- No me recrimines, Tomás - le gritó el bibliotecario - he pasado muy mala noche. Quéjate en silencio.
De improviso, sonó el pitido de entrada de otro SMS. Carlos John lo leyó con mucho miedo y temor.
- ¡Qué mal temperamento tiene tu ayudante! - citaba así el mensaje del móvil - lo conozco muy bien... Je, je.
El bibliotecario salió corriendo dejándose la puerta abierta, su ayudante salió detrás.
- Pero, ¿dónde va usted, Sr. Pérez? - le preguntó muy sorprendido Tomas.
(Continuará...)
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