- Pare usted, Sr. Pérez - exclamó el ayudante - parece mentira su comportamiento. ¿Qué le ocurre? Desde que se le rompió a usted el coche en medio de la nada...
De improviso, alguien llamó muy fuerte a la puerta. Seis veces sonó el timbre. El librero de préstamos sabía que ése era el número de Satán. Era muy supersticioso y veía muchas películas de miedo. Se quedó completamente pálido y le faltaba el aire.
- ¿Quién es? - preguntó Tomás Jiménez observando de reojo a su superior.
- Somos los comerciales - contestó uno de ellos - habíamos quedado a las cinco y media.
El ayudante abrió la puerta y pasaron un chico y una chica muy apuesta vestida de blanco. Saludaron a Carlos John mientras el rostro de la mujer se convertía en una calavera. Se acercó al bibliotecario y le dio dos besos profundos. En uno de sus tímpanos le dijo susurrando:
- Soy yo, tu muerte...
(Continuará...)